Etapa 6.- Cañaveral-Alcántara.-
Otra etapa para el Equipo J. esta
vez, con otra bici de repuesto para Juan, y mientras ellos pedalean, nosotros
nos fuimos a Cáceres a buscar una tienda de bicis, y comprar un manillar para
el “destrozón”, aquí el que durmió la siesta del siglo fui yo, una vez que
dimos el relevo, me duché y comimos algo, me hice dueño y señor de la cama y no
la abandoné hasta Alcántara, bueno, un poco antes, que paramos a echar gasoil,
pero que no me enteré de Cáceres, ni de la tienda, ni donde estaba, ni si
tardamos mucho o poco, estaba necesitado de un par de horas, sino de sueño, sí
de tumbarme y estirar las piernas, eso ha sido con diferencia la mejora
sustancial con respecto al año anterior, porque realmente dormir, no se duerme,
pero cierras los ojos, y te relajas, cosa que el año pasado no podíamos hacer.
Aquí fue el inicio de nuestra bonita amistad con la lluvia, nos cayó una
manta de agua, justo en el momento que iban a llegar nuestros compañeros, lo
que ocasionó un pequeño despiste, como que Manolo saliera la siguiente etapa
sin bidones para beber, aquí tuvimos que cambiar de nuevo, chip, dorsal y GPS,
pero claro, se nos olvidó que los bidones estaban vacios porque eran los que
había utilizado Juan, y con la lluvia y los nervios, pues se fue con ellos.
Etapa 7.- Alcántara-Cedillo.
La madre de todas las etapas, esta no nos pilla de susto, y creo que a
nadie, es con diferencia la etapa que hace mella en las piernas de los bikers,
por distancia, por desnivel y por dificultad técnica, y además con lluvia y
barro, nosotros nos fuimos carretera y manta hacia Cedillo, sabiendo que Manolo
había llenado los botes en algún sitio, y con los ánimos por las nubes, porque
seguíamos rebajando el tiempo con respecto al año anterior, a pesar de los inconvenientes.
Mientras esperamos, confraternizamos con los colegas, nos tomamos un café,
hacemos fotos y nos vamos preparando también nuestra equitación, que ahora nos
toca de nuevo, sabemos que salieron a las 2, y que el año pasado tardaron 6
horas y pico, así que este año al ritmo que vamos si no tienen ningún percance
a partir de las 7, pueden venir en cualquier momento, ¡leches! Como un reloj
suizo, a las 7 y cinco, aparecen la pareja, Manolo en unas condiciones
lastimosas, ambos parecen salidos de una batalla de trincheras de la primera
guerra mundial, se comenta entre los compañeros, y es verdad, que algunos hacen
trampas y en vez de seguir el track, vienen por carretera, en estos no hay
dudas, parecen 2 terrones de barro con ruedas, pero se han marcado 5 horas en
la etapa, ¡con un par!.
Etapa 8.- Cedillo-Ponte de Sor.
Aquí estamos preparados, esta vez no hay problemas de GPS, ni de focos, ni
nada por el estilo, nos pasan la pulserita que sirve de testigo del relevo y
nos vamos “enciscados”, porque todavía es de día y queremos aprovechar el mayor
tiempo posible con luz natural, salimos por detrás de la plaza de Cedillo y
empezamos a detectar los cambios con respecto al año pasado, este año nada de
carretera, se baja a la presa que sirve de frontera con Portugal por una senda,
que termina convirtiéndose en una trialera espectacular, ¡qué pasada!
Disfrutando como un “gorrino en una charca”, y porque el terreno estaba mojado
y había que sujetar y extremar las precauciones pero todo el desnivel que hay,
se baja en un palmo de 200 metros, por momentos parece que voy a salir por
encima del manillar, pero llego al final ileso y con la adrenalina a 2.000, y
así comenzamos a rodar por la carretera, subimos todo lo que hemos bajado
antes, pero las piernas están bien y llevamos buen ritmo, sabemos nuestro
límite horario, 5,30 h. que es lo que tardamos el año pasado, así que vamos
haciendo nuestros cálculos, a priori, se sigue el mismo recorrido, mucha
carretera, hasta que la abandonamos justo cuando empieza a oscurecer y además
se comienza por una senda en la que la lluvia de días pasados y la que nos
empieza a caer nos complica un poco la existencia, paramos a ponernos el
chubasquero porque la temperatura ha bajado, y seguimos por un pequeño
cortafuegos subiendo y bajando, atravesando arroyos y dehesas, no se ve ni un
alma por la zona, hasta que se nos pega un compañero que viene por detrás y se
queda junto a nosotros, pasamos las zonas empedradas que tan bien recuerdo del
año pasado, en la que mis piernas y mis posaderas se lamentaban continuamente,
y sin embargo este año, no encuentro dificultad alguna y las pasamos sin
complicaciones, tanto mi hermano como yo, nos acordamos de los perros que esta
zona nos acojonaron el año pasado, y que este año, sin embargo no se oyen
gracias a la lluvia, volvemos a salir a una carretera, aquí evitamos que otro
compañero se despiste en un cruce y formamos una grupeta de cuatro, el biker
recién recogido nos dice que se encuentra fatal y que estaba pensando incluso
abandonar, lo animamos, le decimos que lo peor ya está hecho y que se pegue a
nuestra rueda porque el terreno lo permite, así les indico que vamos a animar
un poco el pedaleo y nos ponemos a tirar del grupo, 25/30 más o menos para no
perderlos, y transcurre el tiempo muy deprisa, de vez en cuando miro el reloj,
y veo que no son más de las 10 de la noche, sin embargo tengo la sensación de
que llevamos toda la noche encima de la bici, volvemos a abandonar el asfalto y
pillamos a un grupo de 7/8 que llevábamos delante, al final hemos sacado buen
ritmo y seguimos todos juntos, esta etapa es la mejor, mi hermano ha superado
sus crisis y llevamos los ánimos y las fuerzas disparados, y contando con el
conocimiento de la etapa nos vamos mentalizando de que prácticamente ya está hecha.
La lluvia ha hecho que los
caminos estén en perfecto estado para rodar, si no fuera por los charcos,
algunos de considerables dimensiones que ocupan todo el camino y hay que pasar
con cuidado, nuestro compañero del “Gambrinus”, se pega un piscinazo en uno de
ellos, sin consecuencias salvo el remojón, abandonamos de nuevo los caminos
para salir a la carretera, por distancia, nos quedarán unos 20 kms. Y confiados
pensando que ya está hecho, nos encontramos con la sorpresa de la noche, el
track gira a la derecha para enfilar una cuesta de vértigo entre medias de un
bosque, ¡oh, my god! O en su versión más castiza ¡la madre que me parió!, esta
es una de las novedades del track, al parecer que los últimos kilómetros fueran
por carretera era muy sencillo, y han decidido llegar a Ponte de Sor, cruzando
el monte que tienen en los aledaños en vez de rodearlo por carretera, que
resulta muy bonito, que es espectacular las subidas y bajadas que tiene, que
esto es MTB, que sí, que todo lo que quieras, pero que las piernas ya van
cargaditas y esto supone un nuevo suplicio… pero no pasa nada, si hay que
subir, se sube y si hay que bajar se baja, así que todo el grupo hacia
adelante, hasta que mi GPS, dice que ya ha durado demasiado….y al poco tiempo
mi foco también….y el de mi hermano lo mismo, por lo tanto, no nos queda más
remedio que “viajar de prestado”, se lo indico a mi hermano, no nos podemos
separar de ningún compañero, y tendremos que parasitar la luz y el gps que
llevan, menos mal que vamos un buen grupo y es bastante fácil seguir la senda,
pero también es verdad, que una vez ascendido se circula bastante rápido por
los caminos que serpentean entre los árboles y cuanto menos resulta un poco
arriesgado porque los baches que hay no los ves hasta que no están encima, al
final después de disfrutar de una bajada sin complicaciones, nos ponemos al
nivel de nuestro destino y ahora todo es llanear, se forma una locomotora de 4
bikers, donde nos enganchamos, rodamos a 30 como si nos fuera la vida en ello,
y nuestro compañero ocasional “Gambrinus” se lanza como un poseso y se va a 200
metros por delante, durante un buen tramo seguimos en su captura, yo no miro
hacia atrás, el grupo de 12/15 que íbamos se estira, pero aquí nadie cede,
hasta que salimos a las afueras de Ponte de Sor, donde ya hay iluminación, y
aquí después de llevar toda la etapa sin poder ponerlo, me entra el plato
grande y me despego de la locomotora, miro para atrás y veo que me sigue el que
comparte apellidos conmigo, así que no hay nada que esperar, nos lanzamos a
40/45 en pos del compañero, los últimos 3 kms. Pasan en un suspiro, tal es así
que en un cruce nos equivocamos (bueno se equivoca el que va delante) y tenemos
que retroceder unos metros para coger el camino correcto y así cruzamos el arco
de control, para dar el relevo a nuestros compañeros, el Equipo J, que salen de
nuevo…
Parece que es muy tarde,
quizás por la sensación del año pasado, pero solamente son las 12,30 de la
noche, al final, 5,25 h. es decir, 5 minutos menos que el año pasado, un sabor
agridulce porque queríamos recortar más tiempo, pero analizando fríamente, la
etapa ha sido mucho más dura que el año pasado, tanto por el terreno, como por
la lluvia.
Etapa 9.- Ponte de Sor-Coruche.
Al igual que el año
pasado, en esta estación de avituallamiento, se portan con una amabilidad y
hospitalidad dignas de mención, incluso tienen unas Sagres para los corredores,
que a estas alturas vienen de cine, el cuerpo está hasta las narices de bebidas
isotónicas, barritas supervitaminadas y tonterías de esas que tomamos los
ciclistas, así que dos bocadillos de salchichón con sus respectivos botellines
recuperan al más muerto.
Saludamos a varios amigos, entre ellos los de El Altillo, que están
esperando a su compañero para salir, a “Gambrinus” por el etapón final que ha
hecho, y eso que se quería retirar cuando lo pillamos, y saludo a una
voluntaria local Ana Martins, que el año pasado nos trató estupendamente y este
año también está por allí y también nos recuerda, y sobre todo, nos duchamos
con agua caliente, algo de lujo este año, porque en las otras dos ocasiones no
había.
Tras intentar cenar algo,
hecho imposible porque los bares ya estaban cerrados, decidimos tomarnos unas
pastas del avituallamiento y marchar hacia el siguiente punto de encuentro,
Coruche, y esta vez, tomo yo las riendas de la caravana porque José María está
con el piloto de la reserva encendido y le digo que se acueste un rato (vaya
paliza que lleva él también).
Así sin más dilaciones,
ponemos rumbo a nuestro penúltimo destino, por carreteras secundarias, pero que
se hacen amenas, y llevando de copiloto a mi hermano para que no me duerma,
vamos charlando un rato hasta que llegamos.
Aquí este año el punto de
control está al lado de la plaza de toros, a estas alturas el movimiento de
caravanas es menor, por un lado, porque ya han llegado muchas de las que van
por delante, y por otro que los que van por detrás siguen 1 o 2 etapas más
atrás.
Despertamos a los
compañeros para que se vayan preparando, yo aprovecho para tomarme un chocolate
caliente de máquina que tienen en el control, y tras una insustancial conversación
con un chico de allí que llevaba una torrija monumental y que estaba alucinando
con la que había liada entre las bicicletas y las caravanas, aparecen nuestros
compañeros.
Etapa 10.- Coruche-Lisboa.
Son las 4 menos diez de la
madrugada (una hora menos en Portugal), estos se han presentado sin avisar,
menos mal que estaban preparados los del último relevo, más tarde descubrimos,
que sí habían llamado, pero no oímos el teléfono, como es habitual, duchas,
comer algo y recuperar fuerzas camino del Parque de las Naciones, el año pasado
nos ventilamos la etapa en 4,40 h. así que este año será más o menos aunque
hayan metido caminos en vez de tanta carretera.
Transición sin incidentes,
llegamos a la zona de parking cuando está amaneciendo, según llegan algunos
compañeros de otros equipos la etapa se las trae por el barro, al parecer se
hace muy dura, saludamos a los vecinos de Alcázar y decidimos irnos dando un
paseo hasta la línea de meta para esperar allí a los sufridos amigos que han
hecho la última etapa y saborear poco a poco la victoria.
Dadas las horas que son,
la meta está un poco “desangelada”, aún no han hinchado el stand de fisioterapia
que montan para los corredores, y pillamos a todos los de la organización medio
dormidos, aprovechamos para hacer fotos y explayarnos con los que van llegando
y saludando a algún conocido.
La espera se hace muy
larga, y sobre todo cuando los compañeros que van llegando dicen que la etapa
tiene mucho barro y que se hace muy dura, así que vemos pasar los minutos
demasiado despacio para nuestro gusto, entre otras cosas porque no hay mucho en
lo que entretenerse... llegan los amigos de Alcázar, un tiempo de 43,36 h. un
magnífico tiempo, y los nervios y el gusanillo se meten en el cuerpo sintiendo
una alegría y una satisfacción al ver los abrazos, las risas y el ánimo de
nuestros vecinos, incluso ejerzo de fotógrafo durante unos minutos con una
cámara que me deja Roberto, para que ellos puedan explayarse a gusto en un mar
de abrazos y palmadas en la espalda. Así, como que no quiere la cosa, en media
hora se presentan nuestros amigos en el horizonte a lomos de sus bicicletas,
dispuestos a cruzar la línea que separa el objetivo cumplido, detienen nuestro
cronómetro particular con 44,06 h. al final, después de todos los inconvenientes,
hemos logrado rebajar en 6 horas el tiempo del año pasado, nos ha costado
nuestro esfuerzo, pero ¡¡¡LO HEMOS CONSEGUIDO!!! ¡¡¡SOMOS FINISHERS!!! Por
segundo año consecutivo.
Llegan exhaustos, llenos
de barro y sedientos, pero orgullosos y satisfechos y con una sonrisa de oreja
a oreja, ahora los abrazos los repartimos nosotros, nos animamos, nos reímos, y
la alegría se nos nota en los ojos, pasamos al photocall que tienen preparado y
nos hacemos cuantas fotos se nos ocurren, saboreamos la medalla que nos
entregan al haberlo conseguido y los nervios y la tensión desaparecen por
completo, ahora nos toca disfrutar del momento, de decir unas cuantas
tonterías, de presumir ¿por qué no?, y sobre todo, de compartir este momento
con los amigos.
Nos dicen nuestra
clasificación provisional (se confirmaría como definitiva), puestos 100 y 101
de la general….contentos, felices, nuestro reto era superarnos, nuestra lucha
era contra nosotros mismos, contra las vicisitudes, las adversidades, los
inconvenientes que surgen en toda carrera, y los hemos superado con creces,
esta edición ha sido más dura que la anterior por muchas circunstancias,
roturas, lluvia, modificaciones, pero aún así, lo hemos vuelto a lograr y
además superando el tiempo del año pasado, nos sentimos orgullosos y se nos
nota.
Después, tranquilamente,
iniciamos el camino de vuelta a nuestra “motorhome”, caminando pausadamente,
comentando anécdotas que repetiremos hasta la saciedad y disfrutando por lo que
acabamos de hacer, ahora solo nos queda relajarnos y disfrutar de la capital
portuguesa, paseando sin prisas por sus calles y celebrando con su gastronomía
que otro año más hemos llegado hasta allí.
Este año ha sido distinto
al anterior, en una prueba de estas características influyen muchos factores y
tiene que ser así, no creo que haya dos iguales; evidentemente ya sabíamos a lo
que nos enfrentábamos, quizás por eso, los nervios al principio eran mayores,
pero también la experiencia nos ha guiado en aquellos puntos que el año pasado
tuvimos que aprender sobre la marcha, el hecho de ir un participante más en
cada equipo, ha llevado a enfrentarnos a la carrera con más descaro, se hacían
menos etapas, pero las hemos realizado con más intensidad, mientras el año
pasado nuestra filosofía era llegar antes del cierre de control, este año ha
primado el espíritu deportivo sobre el de supervivencia y todos salíamos a dar
lo mejor de nosotros para arañar tiempo sobre nuestras referencias pasadas, eso
lo hemos notado en el desgaste muscular, el cansancio por no dormir básicamente
es el mismo, porque aunque no pedalees, la tensión, los nervios, el ambiente,
hace que duermas muy poco, y este año, sí hemos podido estar más organizados y
aunque no dormías, podías tumbarte, la autocaravana ha sido crucial; y en el
apartado de incidencias, el año pasado solo tuvimos un reventón, que se
solucionó con un cambio de cubierta sobre la marcha, y este año hemos tenido
avería y de las gordas, además de un par de pinchazos, por lo demás, la
ilusión, las ganas, y nuestra filosofía de pasarlo bien dando pedales han sido
las mismas….y de momento siguen intactas y subiendo…¿hasta el 2015?....jejeje.