martes, 28 de noviembre de 2017

La Desértica 2017

Bueno, pues estamos hablando de la última prueba del año a la que vamos a asistir, en este caso en Almería, organizada por el Club La Desértica del Tercio de la Legión, y que promete ser tan entretenida como su “prima” de los 101 de Ronda. No solamente vamos a participar mi hermano y yo como viene siendo habitual, sino que nos acompañan los “Felipes”, padre e hijo, y allá que nos presentamos en la salida los 4, mientras que Lucky, el otro “gigante” que participa, llega un poco rezagado y sale en las últimas posiciones, aunque eso no quita que nos adelante en los primeros kilómetros y nos “quite las pegatinas”.

Los momentos previos a la salida, aprovechamos para saludar a algunos amigos, Emilio, Javi, Willy, y los nervios se entremezclan con la emoción cuando el speaker empieza a saludar y a animar a los 2.500 bikers que vamos a disfrutar de la prueba. 
Tras los discursos por parte de las autoridades y el cañonazo (literal) de salida, nos ponemos en movimiento, los primeros kilómetros pasan volando, rodamos a casi 40 kms/h. en el pelotón de cabeza, tenemos las ganas y la ilusión por las nubes, tanto mi hermano como yo, hemos llegado en un estado de forma aceptable, (bueno, yo no tanto) y nos marcamos un objetivo de 7 horas para finalizar. Cuando ocurre lo que todos intentamos evitar, circulando por las calles de Almería, aún siendo el tramo neutralizado, se produce un enganchón entre varios ciclistas y uno de ellos, le pega en el manillar a mi hermano y va al suelo todo lo grande que es, yo circulo a su izquierda y lo veo perfectamente, con cuidado por la velocidad y el tumulto me aparto más adelante en la acera y me voy corriendo, temiendo lo peor, el golpe ha sido brutal, y además en asfalto, por la cabeza pasan mil pensamientos y el primero es que ya hemos acabado aquí nuestra prueba. Por suerte, cuando llego a él, se levanta dolorido, el culote y el manguito derecho rotos, pero por suerte la bici está perfecta y no tiene nada grave salvo el susto y el golpe en la cadera y el codo, así que le pregunto si seguimos y me dice que sí, por supuesto, no hay ninguna fractura a la vista y puede mover todas las articulaciones, no se hable más.





Obviamente, hemos perdido el pelotón de cabeza y vamos a nuestro ritmo, la cabeza se activa y se pone en modo ON, para ver lo que nos espera, seguimos dentro del pelotón, pero mucho más atrás, y nos acoplamos al ritmo de los que nos rodean, aún así, intentamos aprovechar el asfalto para recuperar posiciones, pero se hace difícil y decidimos ralentizar un poco los nervios y tomarnos las cosas con más calma, así dejamos a nuestra espalda la ciudad de Almería y pasamos del asfalto a los caminos de tierra y piedra, avanzando hacia el cuartel de la Legión, por donde pasamos, y entramos en un terreno totalmente seco y con aspecto de cantera, no existe más que tierra y piedras, aun así es perfectamente ciclable, pero claro, hay muchos compañeros que ponen pie a tierra y hay que andar con mil ojos para no caerse, el paisaje tiene poco que ver, o mucho, depende de lo que vayas buscando, lógicamente el color predominante es el marrón, es muy difícil encontrar algo verde, salvo las hojas de algunas palmeras y algún arbusto bajo, y me acuerdo de los paisajes vividos en la Titan Desert, y en verdad, que se asemejan mucho, el nombre de la prueba es muy acertado, aquí llegamos a la primera cuesta de verdad, y se produce un embotellamiento debido a todos aquellos que ponen pie a tierra, el firme es muy roto, hay muchas cárcavas y arroyos, que unido a lo suelto del terreno, hace muy difícil mantener el equilibrio, así que hacemos lo que todo el mundo, subir a pie un pequeño tramo de 200 metros. 
Una vez encima de nuevo, seguimos ascendiendo, desde que salimos al nivel del mar, no hay muchas más opciones, el caso es que en 25 kms. hemos ascendido 450 mtrs. O sea, que las piernas ya están calentitas, de momento, mi hermano sigue dolorido, pero sin problemas, no tiene ninguna molestia añadida, y seguimos rodando juntos. Pasado el pueblo de Los Baños de Sierra Alhamilla, se inicia un descenso vertiginoso por una carretera secundaria asfaltada que dejamos a los pocos kilómetros para volver a coger una pista que nos emboca al cauce seco de un arroyo y por el que vamos a rodar hasta llegar a Pechina, por aquí los pueblos me recuerdan a los de la serranía de Ronda, calles estrechas y con algunas cuestas bestiales que te ponen el corazón en el manillar, lógicamente vamos comiendo y bebiendo, la temperatura es agradable, algunas zonas en las que pega el sol, hace que pasemos algo de calor, pero se soporta bastante bien, a pesar de lo árido del terreno, y por supuesto, los avituallamientos son numerosos, con lo que hay que ser muy descuidado para sufrir una pájara, agua, isotónica, plátanos, naranjas, y en algunos casos, hasta alguna bollería, o sea, que bien surtido para seguir avanzando.
  

 
Tras pasar esta población coincidimos con Javi Barry, otro amiguete y rodamos un rato con él, hasta que por las circunstancias del terreno, lo perdemos de vista, y tenemos el segundo percance del día, la bota derecha de mi hermano, quizás a consecuencia de la caída, se queda trabada y no puede sacarla del pedal, paramos a intentar solucionar el problema, había perdido un tornillo y se movía, así que tiramos de herramienta y logramos apretar el otro tornillo que queda para que pueda salir sin problemas del pedal, porque será muy conveniente dadas las características del terreno que estamos rodando.
Al final el día va pasando y los kilómetros se acumulan uno detrás de otro, sin embargo, el ritmo que llevamos es bastante bueno, aunque mi hermano va como un tomate aporreado y los dolores van en aumento, y el terreno precisamente no ayuda a que se mitiguen porque el codo con tanta piedra se las hace pasar canutas.



Yo tengo un catálogo para las cuestas duras, y las llamo, de caracol, de lagartija y las de muertos vivientes, como todos os podéis imaginar, dependiendo del biker que suba por la cuesta, tiene un nombre u otro, “caracol”: biker lento, mordiendo el manillar y dejando tras de sí, un rastro de sudor; “lagartija”: biker que va haciendo eses y con el corazón en la boca, retorciéndose sobre la bici para no perder el equilibrio y avanzar por esa cuesta que suele tener un porcentaje cercano al 20% o superior; “muerto viviente”: creo que hay poco que explicar, esas cuestas suelen estar pobladas por bikers empujando la bici y preguntándose en qué narices estaban pensado cuando se inscribieron a la prueba.
A estas alturas, ya llevamos un par de las de caracol, pero es que en unos 40 kms. estamos subiendo una de lagartija justo después de un avituallamiento, ahora, también es verdad que las vistas y el paisaje es espectacular, y aprovechamos incluso para hacernos una fotografía y disfrutar del entorno.
Volvemos a retomar nuestro pedaleo y seguimos avanzando, tanto en distancia como en tiempo, los pueblos por los que cruzamos coinciden en dos cosas, uno que suelen ser muy pequeños pero con encanto, y dos, que tienen unas cuestas para caerse de espaldas, y oye, que todos son de subida. Desde el km. 42, todo lo que tenemos por delante hasta el 75 es de sentido ascendente, bien es verdad que hay algunos respiros, pero se nota en las caras de los compañeros que va pasando factura el cansancio, menos mal que la temperatura es muy llevadera.
Así, vamos alternando entre algún sendero y alguna pista de un firme muy irregular hasta llegar a Enix, según el track ahora viene lo complicado, y lo que nos parecía duro hace unas horas, ahora se vuelve matador, el terreno más abrupto, los single track que recorremos hacen que tengamos que ir en fila de a uno y en algunos casos incluso a pie, los porcentajes que marca el GPS rondan entre el 22% y el 24%, llevamos 6,5 horas de pedaleo y alcanzamos lo que se llama El Marchal de Antón Lopez, aquí se encuentra otro avituallamiento y reponemos fuerzas por enésima vez, y a la salida de este pequeño pueblo,  nos encontramos de frente con la subida más dura del día, pasamos de 800 mtrs a 1.200 en escasos 4 kms. y una rampa de hormigón rallado similar a nuestra conocida del Soplao “El Negreo”, y como si ascendiéramos las colinas de una mina, se ven brillar los compañeros que van delante nuestro haciendo unas “zetas” interminables por la ladera que tenemos frente a nosotros, en algún tramo, es inevitable poner pie a tierra y subir como se puede incluso levantando la bici, porque el terreno está demasiado roto, pero sabemos que cuando lleguemos arriba se acaba el sufrimiento, desde la cima será todo bajada, o eso esperamos, y con los ánimos bastante elevados y alternando chistes y comentarios con los compañeros, llegamos al techo de la prueba, donde en un pequeño rellano, aprovecha todo el mundo para ponerse el chubasquero o el cortavientos y esperar a los amigos para reagruparse y comenzar el descenso para encarar la recta final.
 

 







La bajada es bestial, tanto o más como la subida, como siempre, qué voy a decir, bajamos en vuelo rasante pero con cierta precaución porque los caminos están un poco sueltos, aún así en los primeros 5 kms de bajada alcanzo una velocidad máxima de 65 km/h. (“pa’bernos matao”). 
Y llegamos a Felix, la última población que cruzaremos, aquí sigue la bajada, pero a partir de la población, lo que nos encontramos es la parte divertida del día, una senda flipante, con virajes, cambios de dirección, rodeada de arbustos y vegetación, algún pequeño desnivel inesperado…y todo bajada, jejeje. Lo dicho, disfrutando como un crío, hasta que un compañero que iba delante aterriza de emergencia y nos obliga a parar a todos, por suerte sin ninguna gravedad, solo el susto y revolcón, pero es cierto, que el tramo que nos espera no está para florituras ni malabarismos y todo el mundo baja a pie, así hasta que cruzamos un arroyo con cierta pendiente y me lanzo de nuevo, con la mala suerte de pegar un llantazo con la rueda delantera y perder presión, así que informo a mi hermano que viene detrás y en un claro del terreno paramos a darle aire a la rueda, estamos a menos de 10 kms. de la meta, creo que aguante, y puesto que todo es bajada, le damos “caña al mono” y aparecemos en el último puesto de avituallamiento, ya en las afueras del polígono de Roquetas, donde creo que está más para asistir a los marchadores que a los bikers, aun así, paramos y nos echamos unas risas con los soldados que nos atienden porque tienen guasa para repartir, salimos por una rambla tras cruzar la autopista por un paso elevado y el ambiente ya es de euforia, pero la rueda se va quedando sin aire irremediablemente y no creo que pueda llegar a meta, a lo lejos veo que hay un surtidor tras cruzar bajo un puente, y me desvío unos metros, inflo a tope la rueda con el compresor y ahora sí, nos quedan los metros finales que vamos a saborear con ganas, abandonar la rambla y aparecer en la playa con el mar de fondo, es brutal, los pelos como escarpias y la adrenalina se sale por las orejas, los últimos metros recorriendo la arena de la playa compensa todo lo sufrido en los 100 kilómetros anteriores, llegamos al paseo marítimo adelantando a los marchadores que también estaban a punto de finalizar, (estos sí son unos héroes), nos encontramos a nuestro compañero Angel Luis, que ya ha finalizado y está viendo la llegada, y alcanzamos el arco de meta, como siempre, de la mano con mi hermano y recibimos nuestra medalla y nuestra sudadera de Finisher de la 1ª Edición de la Desértica.
Subidón, emociones y hasta alguna lagrimilla se escapa, la verdad es que han sido 9 horas desde que salimos esta mañana, pero se me ha pasado el día muy rápido, no he tenido esa sensación de sufrimiento que me acompaña en otras pruebas, hemos disfrutado del ambiente, del paisaje, de los amigos, y por supuesto de la bici, sigo pensando que para la caña que le pegamos, nuestras máquinas son mejores que nosotros, he disfrutado como siempre en las bajadas, pero lo que es más increíble, es que ¡¡¡HE DISFRUTADO COMO NUNCA en las subidas!!!, como comentó mi hermano, esta prueba es tan atípica, que hemos ido adelantando compañeros subiendo, jajaja.
La organización de lujo, en todos y digo bien, todos los cruces había señalizaciones y en el 90% de ellos se encontraba un legionario dando indicaciones, la bolsa del corredor muy generosa, la medalla, camiseta, maillot, sudadera, todo de gran calidad y por supuesto el ambiente reinante entre los participantes muy acogedor, por supuesto, no puede compararse con lo que se vive en Ronda, pero es lógico teniendo en cuenta que se trata de una ciudad mucho más grande, pero aún así, te sientes arropado por la organización.

Sin duda alguna, la experiencia ha sido muy gratificante, salvo por la caída de mi hermano, pero eso son gajes del oficio, dios mediante, si la agenda y la circunstancias lo permiten, volveremos a repetir sin ninguna duda.